
El caos, mi caos.
Caballo desbocado, indomable, salvaje.
Torbellino insondable que engulle cada partícula de razón.
¿Cómo sentirse al galopar a la velocidad de la luz,
A lomos de un caballo hereje y rebelde que sin sentir, ni latir
Se dirige a lo más recóndito de su locura, motivo del propio vivir?
¿Como aplacar el torrente, la marea o el desgarro interno de nuestra madre tierra,
Cuándo mis manos crispadas no hacen más que sujetarse envaradas,
Destejiendo la crin aterciopelada del insurrecto, agitador de mi mente sinfín?
Y entre tanto interrogante huérfano de respuesta, siento el sabor del octavo y perdido color del espectro, aroma insólito, autóctono del pasto llano donde arrasa mi caballo, el caos. Mi caos.
Vértigo y laberinto resuelto en un destello.
El nuevo, pasmoso, color de la luz desanuda mis manos torpes, guiándolas ciegamente. Y éstas, a su vez, palmeando el lomo estremecido del animal encuentran, al fin, las riendas toscas y gruesas que sosiegan y gobiernan, que retienen y liberan. Esas riendas que hacen de mi caos cierto caballo no tan desbocado, ni tan indomable, ni, puede que tampoco, tan salvaje.
Amnesia.
Caballo desbocado, indomable, salvaje.
Torbellino insondable que engulle cada partícula de razón.
¿Cómo sentirse al galopar a la velocidad de la luz,
A lomos de un caballo hereje y rebelde que sin sentir, ni latir
Se dirige a lo más recóndito de su locura, motivo del propio vivir?
¿Como aplacar el torrente, la marea o el desgarro interno de nuestra madre tierra,
Cuándo mis manos crispadas no hacen más que sujetarse envaradas,
Destejiendo la crin aterciopelada del insurrecto, agitador de mi mente sinfín?
Y entre tanto interrogante huérfano de respuesta, siento el sabor del octavo y perdido color del espectro, aroma insólito, autóctono del pasto llano donde arrasa mi caballo, el caos. Mi caos.
Vértigo y laberinto resuelto en un destello.
El nuevo, pasmoso, color de la luz desanuda mis manos torpes, guiándolas ciegamente. Y éstas, a su vez, palmeando el lomo estremecido del animal encuentran, al fin, las riendas toscas y gruesas que sosiegan y gobiernan, que retienen y liberan. Esas riendas que hacen de mi caos cierto caballo no tan desbocado, ni tan indomable, ni, puede que tampoco, tan salvaje.
Amnesia.